El correo de Rober no dejaba lugar a la más mínima duda: “Nuestro amigo y compañero Juanma Uribe ha tenido ayer nochebuena un accidente de tráfico y ha fallecido en el acto.” Una muerte accidental, lejos de casa, en la tarde más señalada del año, cuando se vive una juventud plena de ideales y proyectos… no es una muerte normal, si la normalidad puede considerarse un atributo de la muerte.

Juan María Uribe Carretero, Juanma, joven estudiante de ingeniería informática, alumno brillante, llegó por primera vez al Club de Debate una mañana de invierno de 2007, con su camisa y sus vaqueros, y cargado de conocimientos, disciplina, ilusión y coraje. Juanma fue puntual desde el primer día, fue humilde hasta el último. Su grandeza de corazón no le hacía sentirse mejor que los demás, y de esa humildad acabó por contagiar a su equipo, primero, y al resto de los participantes en el Club, después.

El equipo de Juanma ganó la liga de aquel año, y lo mismo sucedió en 2008. En todas las competiciones, solo había dos virtudes que superaban a su elocuencia: su humildad, eterna humildad, y su sentido de la justicia. El lenguaje no verbal delataba a nuestro amigo de mirada limpia cada vez que alguien argumentaba con falacias o no se ajustaba a la verdad, toda la verdad, que como buen joven universitario, Juanma pedía a gritos. Juanma se concentraba el silencio antes de cada debate como un guerrero antes de la batalla. A saber qué pensamientos le asaltaban, que luchaba en los debates con todo tipo de armas extraídas a cincel y buril de su corazón de chico del norte.

El debate nos sirvió a todos, en esos años, para llegar a un nuevo mundo lleno de oportunidades, de amigos de verdad y de ocasiones para poner a prueba lo mejor de nosotros mismos. Debates de competición, debates de exhibición, ligas universitarias en otras comunidades… Juanma no faltaba a la cita, como el primer día, sin perder la sonrisa, animando a los compañeros y juzgando, como muy pocos chicos de su edad sabían, cuándo había que callar y ponerse a escuchar.

El propio Juanma escribía en 2008:

 “Lo que hace grande a un equipo no son las buenas actuaciones: es el saber estar cuando hay un mal momento. Este año hemos vivido momentos de mucho ánimo y otros de grandes dudas. Estuvimos a punto de naufragar cuando nos encontramos con el impetuoso envite de Plasencia 1, caras largas, tristeza y resignación. Pero gracias a los ánimos de nuestro tutor y la cohesión del equipo conseguimos salir a flote.”

Y ofrecía, sin pelos en la lengua, esta lección:

“El debate, es el único deporte en el que hombres y mujeres pueden luchar en igualdad de condiciones. No importa si eres hombre, mujer, blanco, amarillo o rosa, lo realmente importante es saber ganarte al jurado, convencerlo de que tu razonamiento es el mejor y de que tus argumentos son capaces de soportar los golpes del contrincante.”

En 2009 Juanma quiso seguir colaborando en el Club de Debate, esta vez como preparador, o capitán, o como quiera que sea. Abusando de su cariño y confianza, le pedimos que diera un paso al frente y él, que ya se planteaba nuevos retos fuera de la Universidad, dijo que sí y sintió lo que muy pocos: que estaba creando escuela. Crear escuela es tener discípulos. Tener discípulos es dejar huella en el mundo. Juanma se nos ha ido dejando huella.

Ahora, seguro, Juanma disfruta de Otra mirada limpia, inmensamente limpia, desde la que el invierno se torna primavera, como la mañana amplia y luminosa de su funeral, en la que la intervención de Quique ante su amigo de cuerpo presente, recogió el sentimiento agradecido de quienes tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo. Nunca hubo tantas lágrimas y tan pocas palabras. Quizá debatir sea solo eso: dar la palabra a los sentimientos.