La ética en la formación es una cuestión delicada, delicadísima. Para empezar, el formador está ofreciendo un producto intangible, susceptible de ser valorado de formas diferentes por el auditorio. Cuando uno empieza en el mundo de la formación, no sabe en la selva en la que entra, en los mundos en los que está introduciéndose, en los que a cada paso puede encontrarse con colegas sin escrúpulos que no tomen en serio su trabajo.

A lo largo de estos años, he encontrado algunos pseudoprofesionales que poco contribuyen a dignificar este oficio. Formar a alguien es darle conocimientos y herramientas que mejoren su trabajo. Y para ello, el formador, con la honestidad del que busca la verdad de las cosas, debe saber algo más que los formandos. En estos años hemos acuñado una serie de principios (que hemos denominado leyes, con la ilusión de que sean tomadas en serio) para el formador o, al menos, para todo aquel que se decide a impartir un curso, sea habitual o esporádicamente, y que compartimos en estas líneas:

  1. Ley del By-Pass: Respeta a quien te contrató. Hay formadores que reparten su tarjeta de visita al final de las sesiones, promocionan directamente su consultora o su empresa de formación y puentean descaradamente a la empresa o institución que les contrata. Una regla de oro de la formación es: no quieras hacer negocio en un curso a costa de quien te consigue un puesto en el mismo. Siempre que quieras mantener una relación con alumnos y participantes cuya relación pueda ser interesante recíprocamente, házselo saber amablemente a quien te los presentó. [1]
  2. Ley de la fuente: Cita la fuentes de las que te nutres. Una de las costumbres más arraigadas es usar presentaciones, ejercicios, documentos y materiales que se han logrado de una forma llamemos poco elegante. Sin entrar a considerar el trabajo que lleva aparejado preparar materiales para una sesión, lo cierto es que todos conocemos personas que se limitan a reproducir presentaciones, información o material de otros autores sin citarlos previamente.
  3. Ley del portavoz. No te bases en un solo autor o de un solo libro para preparar tu sesión. En muchas ocasiones, te acabarás convirtiendo en un portavoz del autor y tu charla no será más que una recensión del libro del que hablas. Porque, ¿es ético ganar dinero contando un libro… de otro?
  4. Ley del loro. No repitas nada que han dicho otros salvo que a) forme parte de tu esquema de explicación y necesites dicho argumento para demostrar o refutar, b) Sea un apoyo para decir al auditorio lo que quieres decir o c) Ilustre con una frase o cita tu explicación. La originalidad y la reflexión de acerca de tu tema es lo que, a largo plazo, va a hacer de ti un profesional creíble y, por tanto, valorado.
  5. Ley de las dos horas. Habla solo de lo que sepas. No aceptes hablar sobre un tema que no conoces. Hace años, el ministro asesoraba al candidato: “Se te nota todavía inseguro. Has cometido un par de errores (…), pero son chorradas. Lo que tú necesitas saber para esto son dos tardes.” Los gestores de la formación, a veces por circunstancias inconfesables, requieren completar el curso con un formador conocido y barato. ¿Y qué hacen? Llamarte para que les saques del atolladero. Niégate a ello siempre que no quieras ver dilapidado tu crédito.
  6. Ley de Facebook: Sé original. No expliques generalidades buenistas. Te pagan para enseñar. Muchos formadores se nutren de frases indemostrables que están al alcance de cualquiera sobre la superación, el trabajo en equipo, el liderazgo, la motivación y el amor universales y confunden soterradamente a su auditorio con frases cuya demostrabilidad en la práctica diaria es inversamente proporcional a su corrección política.
  7. Ley de mi primo Juanchu: Selecciona a los mejores colaboradores docentes. Es esta una variante de la ley de las dos horas. En este caso, decides sacrificar profesionalidad por cercanía, e invitas a todos tus amigos y conocidos a impartir clases en ese máster tan bien pagado por la institución (generalmente con dinero público). ¿Qué aprendizaje serio puede obtener el participante de un formador poco cualificado?
  8. Ley del tiempo de descuento. Usa los ejercicios y dinámicas para completar y ejemplificar tus explicaciones. No pierdas el tiempo con muchos ejercicios que te eviten el esfuerzo de una explicación. Hay formadores que utilizan en exceso el trabajo en equipo para dejar correr el tiempo y percibir sus honorarios por hora tan ricamente.

 

Recuerdo aún esa institución que me invitó a impartir un curso de negociación. -No te preocupes -insistía su responsable para que yo aceptase- no tienes que preparártelo desde cero. Te vamos a facilitar la documentación de apoyo que se repartirá a los participantes para que saques ideas de esta. Cuál no sería mi sorpresa cuando todas las páginas de esa documentación llevaban en su encabezamiento, en hermosas letras que alguien no se había preocupado de eliminar, mi propio nombre.

 


  1. La profusión de estas prácticas hace que las empresas de formación se pongan a la defensiva y unifiquen sus presentaciones, sus plantillas de PowerPoint o similar para evitar los logotipos, e-mails y direcciones web de los formadores, incluso prohíban en los contratos de formación el llamado cobranding (permitir que un formador haga publicidad de su empresa consultora cuando quien contrata es otra diferente).