La lectura y la escritura son los hábitos cruciales para el futuro de nuestros jóvenes. Leer y escribir, en este orden, proporcionan a sus practicantes numerosas herramientas y habilidades para ser personas de provecho. No descubro nada nuevo. Solo constato la necesidad de incluir en las actividades diarias de todo docente tareas que mejoren estas dos capacidades.

La lectura es una facultad del hombre que consiste en interpretar los signos gráficos llamados letras, que, unidos, forman palabras. Las palabras conforman las frases, expresiones verbales con sentido completo que comunican, expresan, preguntan y admiran. La palabra remite a un concepto, a una idea que nos permite construir el pensamiento. Leer nos introduce en el mundo, porque la palabra dicha es limitada en el tiempo y en el espacio; en cambio, lo escrito permanece, se difunde, vuela y regresa con la seguridad de que puede ser releído y recordado con el paso del tiempo.

La lectura frecuente y abundante genera personas críticas, es decir, con criterio, que no están sometidas a los vaivenes políticamente correctos, a la esclavitud de la incultura o al sometimiento a las ideas de moda. “La incultura se cura leyendo”, hemos leído en pasquines y paredes. Gran verdad.

Acostumbrar desde niño a mantener y cultivar un diario personal es una de las formas de familiarizarse con la segunda de las habilidades: la escritura. Si leer es importante, escribir es su envés, su complemento. Cuanto más se escribe, más se necesita leer para contrastar, buscar, documentarse y perfeccionar la expresión escrita, que es otra forma de comunicación y, por qué no, de crecimiento en los secretos de la vida, que se esconden en la etimología, en la fonñetica y en el sabor que una palabra deja en el recuerdo.

Leer y escribir son las dos facultades indudables del hombre culto, del hombre intemporal, y que le permiten ser lo que quiere ser. Porque cuestiones como el estudio, la expresión oral, la capacidad de análisis y la imaginación son derivados y pilares de la lectura y la escritura.

No os canséis de leer. La luz de la palabra olvidará la sombra de la ignorancia, la incertidumbre y la tristeza.