El esclavo que, en la entrada triunfal en la ciudad, sostenía la corona de laurel de los generales romanos victoriosos, les iba susurrando al oído: “Respice post te, hominem te esse memento” (Recuerda que solo eres un hombre). Si el paso por la política de todo hombre es efímero, ¿por qué te das esos aires?, ¿no sabes que dentro de unos pocos años serás, al menos, como nosotros?